El Antonio Vespucio Liberti, la imponente olla a presión que hizo caer a los mejores en más de una oportunidad -en portada un retrato de River Plate 5 - 1 Boca Juniors, octubre 19 de 1941-
- 12 de octubre de 1974, Estadio Monumental, Buenos Aires. Desde las cúspides de las sibaritas tribunas riverplatenses se puede apreciar una imagen muy recurrente de aquella época. Miles de elegante sombreros se amontan en las adyacencias del estadio para ingresar lo más rápido posible a los anillos del club y encontrar las escaleras correspondientes que los llevasen directamente al cielo. Un cielo tan celeste y blanco como los colores que esa tarde los futbolistas de la Selección Argentina de Fútbol defendieron contra los muchachos de Ladislao Kubala, que hicieron lo propio para el combinado de la madre patria. Fue empate 1 a 1 en el marco del certamen amistoso “Copa 12 de octubre”. Aquel día quedó plasmado en la retina de los grandes historiadores del fútbol argentino, y no por el gol de cabeza del defensor mendocino Roberto Domingo Rogel, sino porque esa fue la primera vez en que el flaco César Luis Menotti pudo exponer en el verde césped su proyecto futbolístico, el primer proyecto serio que se presentó y desarrolló en el seleccionado argentino. Ocho jugadores de Independiente, seis de Huracán, tres de Boca Juniors y uno de River Plate tuvo la primera convocatoria de Menotti, el mismo día en que fue confirmado como entrenador. Cabe mencionar que de cara al debut contra España, ‘El Flaco’ no tuvo tiempo para trabajar, no utilizó a todos los jugadores que quería por la negativa de los clubes que debían cederlos y tampoco contó con el apoyo del público. Tras la Copa del Mundo que los alemanes levantaron en las narices de la mítica Naranja Mecánica se sabía que la sede del Mundial ‘78 seria nuestro país. Y lógicamente la sede principal del evento deportivo más espectacular de la tierra debía ser el mejor escenario disponible, y en Argentina, si se habla de un escenario monumental, se está hablando del Antonio Vespucio Liberti.
Roberto
Rogel marca el empate, a seis minutos del final, en el 1 a 1 de 1974 ante la
Selección de España (Foto: Diario Clarín)
De cualquier manera el fin de este informe no es comparar el estilo de juego vistoso de César Luis con la impresentable “estrategia” inconexa que propone Bauza y así exponer al actual seleccionador, muy por el contrario venimos a analizar un material correspondiente a los amigos de Fútbol Retro TV titulado “Argentina ’78: Mundial y Dictadura parte I” que estimamos de fines de 1977, donde se puede ver como dos próceres de nuestro balompié como la gloria boquense Mario Emilio Heriberto Boyé y el máximo ídolo de la historia del Club Atlético River Plate Ángel Amadeo Labruna, le cuentan a la prensa las sensaciones de contemplar con sus propios ojos al Estadio Monumental de Núñez en óptimas condiciones de cara al gran certamen mundial y de sus expectativas en cuanto al rendimiento que tendría combinado albiceleste en la competencia venidera. Mario ‘El Atómico’ Boyé, quien por su extraordinario desempeño goleador con las camisetas de Boca, Racing y Huracán se convirtió en uno de los mejores atacantes de la historia del fútbol argentino y que hoy descansa en paz en la cima de los ídolos más grandes de la historia xeneize, declaró sin pelos en la lengua: “Al estadio de River siempre se le dijo ‘Monumental’, pero ahora ya es algo ‘súper Monumental’. La verdad que esto es algo extraordinario, es una obra magnífica y majestuosa. Siento envidia por los muchachos que van a defender nuestros colores y van a integrar el seleccionado que intervenga en el próximo mundial. Me gustaría tener treinta años menos para tener el orgullo de vestir los colores nacionales”. ¿Un histórico de Boca emocionado por el imponente estadio de River y reconociendo que el mismo es una obra arquitectónica magnífica y majestuosa? Señor juez, no más palabras.
Declaraciones de Mario 'Atómico' Boyé acerca del Estadio Monumental correspondiente a fines del año 1977
Paradójicamente mientras usted lee estas líneas, la actual selección subcampeona del mundo todavía no tiene su boleto asegurado para la copa del mundo del 2018 y el siguiente escollo para Lionel Messi y sus amigos será el mismo que nos ganó dos finales de América consecutivas manteniendo el arco en cero en los 240 minutos que suman los dos partidos de instancia definitiva. Los amantes de las teorías conspirativas dirán que es imposible que una organización política mundial que tiene como prioridad lavar millones en lugar de regular el deporte rey como lo es la FIFA, permita que Rusia 2018 no exhiba como gran anfitrión al mejor futbolista del planeta. Le pese a quien le pese este presente bochornoso del seleccionado comienza desde la cúspide estructural de una AFA que está siendo presidida por el dueño de Tsu Cosméticos Armando Pérez, continuando con un plantel de excéntricos multimillonarios que a pesar de vestir Armani y oler a Hugo Boss no pueden hacer un gol (directamente de ganar ni hablamos) en tres finales seguidas y que con 19 puntos de 36 posibles están a seis partidos de quedar en la memoria del país como el grupo de jugadores que dejaron a la Argentina sin jugar la copa del mundo. El técnico… ¿Tenemos técnico?, ¿Realmente existe en este seleccionado una persona encargada de una dirección, instrucción y logística de entrenamiento seria para el plantel?, ¿Entenderá ‘El Patón’ que una eliminatoria no se juega como una Copa Libertadores donde de local se ataca y de visitante se busca el empate? Es una pena que Edgardo Bauza no haya tenido el coraje suficiente para romper con la logia de amigos de la infancia que Lionel Messi mantiene desde hace años y convocar hombres que tengan la suficiente capacidad motriz de anotar en los partidos importantes y defiendan los colores patrios por merecimiento y no por contar los mejores chistes de borrachos en las concentraciones como es el caso de Ezequiel Lavezzi y de tantos otros ciclos cumplidos.
Resulta bastante incoherente, o
como mínimo muy poco serio, que la suerte de una potencia histórica mundialista
conducida dentro de la cancha por el que para muchos es el más grande futbolista
de todos los tiempos, radique en el estadio a ejercer la localía de acá a que un
hipotético repechaje nos separe. Ellos dicen que contra Chile la Bombonera
empuja más. Que late. Que se mueve. Simulando que sea un hecho dudamos que esos
“latidos” modifiquen el temple de los jugadores nacidos en uno de los países
más proclives a sufrir terremotos del planeta. Pero por una cuestión
instintiva, inherente al ser humano en sí mismo y cuasi animal, al hombre lo
intimida lo imponente. Vaya uno a saber porque la inmensidad atrae la atención
del hombre. De una u otra forma no corresponde recaer la responsabilidad de un
triunfo ultra necesario para el incendio que provocó esta selección, sigamos
siendo locales en el único estadio imponente de la república. Sino
preguntémosle a un goleador histórico de Boca como Mario Boyé, que calificó
nuestra casa como una obra magnífica y majestuosa y que cuando Labruna se
refirió a la misma como una olla a presión para los rivales, asintió sonriente.
Hemos dicho.
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