lunes, 4 de enero de 2016

A falta de títulos oficiales, el Club Atlético Boca Juniors celebra en gran manera ser el campeón del verano 1988

Recreación del desayuno de los hinchas del Club Atlético Boca Juniors en la mañana del 24 de febrero de 1988 (?)

- Antes que todo Expediente River les desea, especialmente a los hinchas del flamante campeón absoluto de América y subcampeón mundial de clubes en Japón, un muy bendecido, feliz y próspero año. Dicho esto, procedemos a iniciar formalmente nuestras actividades regulares del 2016. Comenzó un nuevo año e ilusión es la palabra que mejor define el proyecto de cada uno de los equipos argentinos que entrenan de manera intensiva en esta pretemporada de verano 2016, de cara al inicio de las competencias oficiales nacionales e internacionales correspondientes. De cualquier manera, no estamos interesados en escribir precisamente sobre el trabajo estival actual que realizan los clubes del país con la mira puesta en los ya tradicionales torneos y/o amistosos de verano. Como ya mencionamos anteriormente, cualquier equipo que comienza sus actividades precompetitivas está en mayor o menor medida invadido por la ilusión de arrancar el año de la mejor manera posible. Pero en el caso del Boca de 1988 dirigido por José Omar Pastoriza curiosamente dicha esperanza se multiplicó de una forma exponencial al tratarse de un equipo recientemente conformado o en otras palabras relativamente nuevo, por consecuente inmaduro que, paradójicamente, directa e indirectamente cargaba con la enorme presión y responsabilidad de consagrarse campeón y regalarle una alegría a un Destructor Nro. 12 que no daba una vuelta olímpica desde mediados de 1981, y que cuyas únicas celebraciones anuales en ese tiempo eran Navidad y el 31 de diciembre. Y si sumado a todo lo desarrollado líneas arriba también tenemos en cuenta que en la vereda de enfrente el legendario Club Atlético River Plate tenía en su haber seis títulos (tres internacionales), entre los que se destacan la Copa Libertadores de América y la Copa Toyota Intercontinental de Clubes, en lo que iba de década hasta ese momento, podemos afirmar que la ilusión del Boca del ’88 se disparó a niveles inconmensurables e incompresibles por el raciocinio humano.

Evidentemente las palabras "River" y "Campeón" se entendieron bastante bien durante la inolvidable década de 1980

El 9 de enero de 1988 el ilusionante Boca de José Omar Pastoriza debutó en la Copa de Oro MDQ empatando 2 a 2 ante Independiente en el Estadio José María Minella. Cinco días más tarde un nuevo empate con idéntico marcador, esta vez ante Racing Club, dejó al xeneize en la segunda posición del cuadrangular debido a la recordada goleada 5 a 1 que el puntero River Plate le propinó a un pobre Independiente en la segunda fecha. Pero la derrota de Racing en el Clásico de Avellaneda, cuando no, entregó el torneo al ganador del Superclásico Mundial programado para la ronda final. Para los de casaca azul con franja amarilla se trataba de una oportunidad ideal para levantar una copa, brindar y saborear un buen trago de gloria (?), mientras que lo único que divisaron los de Núñez aquella vez fue la simple ocasión de ganarle al eterno rival una vez más y obtener otro campeonato extraoficial. Ni más ni menos de lo que verdaderamente representaba aquel encuentro. La definición se dio el 27 de enero en el Estadio José María Minella, donde el equipo de Pastoriza derrotó 1 a 0 a River Plate con gol de Alfredo Graciani. De esta manera, aquella noche Boca Juniors recibió las medallas ganadoras y se consagró campeón de la Copa de Oro MDQ. Finalizado el partido los futbolistas xeneizes comenzaron a cantar y celebrar de manera eufórica para minutos después culminar con una curiosa vuelta olímpica exhibiendo el trofeo. Al otro día, los principales medios deportivos se hicieron eco de este logro que sin lugar a dudas merece el rótulo de legendario. O al menos eso quiso instalar la prensa nacional al darle tanta trascendencia a un simple cotejo amistoso. Evidentemente en el fútbol argentino cada uno festeja lo que puede.

Tapa del Diario Clarín correspondiente al 28 de enero de 1988

Artículo de la Revista Deportiva correspondiente al 28 de enero de 1988

Tapa de la revista El Gráfico Nº 3565 correspondiente al 2 de febrero de 1988 (incluía lámina del campeón)

Cuatro días después de vencer por la mínima a River Plate en el primer certamen estival del año Boca Juniors debutó en la Copa Ciudad de Mar del Plata con victoria 2 a 1 ante Peñarol de Uruguay. La caída del Millonario por dos tantos contra cero ante el Aurinegro oriental y una nueva victoria xeneize, esta vez ante el América de Cali colombiano, fueron los resultados dados en la segunda fecha del torneo. El 23 de febero de 1988, en el Estadio José María Minella, Boca Juniors derrotó a La Banda Roja por 2 a 1 con goles de Jorge Comas y el boliviano Milton Melgar. Cabe mencionar que tres días antes del Superclásico el conjunto caleño se había posicionado tercero en el torneo tras superar a Peñarol por 2 a 1. Finalmente, Boca Juniors cerró una pretemporada inolvidable habiéndole sumado la Copa Ciudad de Mar del Plata a su gloriosa e inolvidable senda de victorias extraoficiales que comenzó con la obtención de la Copa de Oro MDQ en enero, convirtiéndose en el legendario campeón absoluto del verano 1988. La mediocridad es lo excelente para los mediocres dijo alguna vez el moralista y ensayista francés Joseph Joubert. Sientan la indirecta, porcinos.

Cucciuffo,  Rinaldi,  Gatti, Tavares, Graciani y Abramovich tras ganar la Copa Ciudad de Mar del Plata en febrero de 1988. Época donde se festejaban esos logros con vuelta olímpica y todo (?)

Tapa del Diario Clarín correspondiente al 24 de febrero de 1988

Edición especial multimedia audiovisual de febrero de El Gráfico que incluía una revista y un videocassette alusivo a los dos títulos obtenidos por Boca Juniors en el verano de 1988


“Cuando te ponés la camiseta de River estás obligado a ganar todos los partidos y todos los campeonatos. Acá no se puede perder nunca, eso nos diferencia de la contra”, dijo alguna  vez el icónico ídolo riverplatense Norberto ‘Beto’ Alonso. Es así. Al ser la institución deportiva más grande y representativa de América según los rankings de la FIFA y la IFFHS, el Club Atlético River Plate históricamente les ha transmitido a sus futbolistas la filosofía de afrontar todos los encuentros, independientemente del carácter oficial o extraoficial, del rival en cuestión, de la condición local o visitante o del escenario, como auténticas finales. Por su parte, al ser un club teóricamente grande de la República Argentina, Boca Juniors también tiene la costumbre de mostrar mucho interés en obtener los diferentes certámenes precompetitivos. Especialmente en tiempo de vacas flacas si hablamos de títulos oficiales e importantes.

Para señalar la relevancia mundial de un Superclásico, amistoso o no, es importante destacar una encuesta realizada por el diario inglés “The Observer”. Con motivo de su aniversario N°50, este periódico decidió consultar a expertos del deporte sobre un evento que consideren apasionante. El editor de la revista World Soccer Magazine fue el elegido para el fútbol y describió este encuentro como «insuperable por ningún otro en el mundo por su pasión e intensidad». Por su parte, la prestigiosa revista inglesa “FourFourTwo” lo calificó como el clásico más grande del planeta y lo posicionó en el primer puesto de un ranking que involucra a otras nueve importantes rivalidades del fútbol mundial. Tanto hinchas como futbolistas divisamos este duelo como lo más importante del mundo. Realmente no importa demasiado que sea extraoficial, porque siempre que River Plate y Boca Juniors se enfrentan revalidan su condición de enemigos necesarios. Pero también es cierto que bajo ningún término un Superclásico amistoso puede tener la misma importancia que un Superclásico oficial, y mucho menos que uno copero. La única verdad es la realidad. Con respecto a aquel inolvidable Boca del ’88… ¿No habrá sido mucho dar la vuelta olímpica ante la mirada de futbolistas campeones de América y el mundo como los de River Plate? ¿Era necesario un festejo tan eufórico y descontrolado simplemente por obtener dos campeonatos amistosos de verano? ¿No se le habrá ido un poco mucho la mano a casi toda la prensa argentina al referirse a Boca como un "campeón espectacular" y lanzar al mercado videocasetes y ediciones especiales de dichas conquistas? ¿No les dio vergüenza?

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