- Sin lugar a dudas Ángel Amadeo Labruna es el ídolo más grande de la historia del Club Atlético River Plate. No solo por los 315 goles y los 20 títulos entre futbolísta y director técnico que registra en el mítico club de Núñez, sino por su incomparable pasión por nuestros legendarios colores. Esos que lo hicieron tan feliz y lo acompañaron hasta el último día de su vida. Remontémonos a mediados de los años '70. River Plate y Boca Juniors revalidaban esa tarde su condición de enemigos necesarios en una nueva edición del tradicional Superclásico, jugado en la Bombonera.
Con ambos equipos en el campo de
juego realizando los calentamientos previos, todos los fotógrafos se desesperaban
por retratarlo a él. Era Ángel Amadeo Labruna caminando hacia el banco de
suplentes de la Bombonera, gesticulando contra la hinchada de Boca y tapándose
la nariz con los dedos índice y pulgar. Cuando finalizó el encuentro la masa de
periodistas se acercó curiosa al entrenador Millonario para entrevistarlo, y
preguntarle acerca del peculiar episodio que protagonizó contra la hinchada de
Boca Juniors. Con voz firme y sonrisa de por medio, Ángel les respondió:
"¿Por qué me tapé la nariz? ¿No sienten el olor a bosta que hay acá..?". Un
maestro.
Un gesto lleno de historia: Ángel Labruna tapándose la nariz en la Bombonera
Los líderes se distinguen del resto por su constante apetito de conocimientos y experiencias, y a medida que su mundo se amplía y se vuelve más complejo, sus medios de comprensión también se multiplican y se afinan. La innovación es lo que distingue a los líderes de los seguidores. Un día Ángel Amadeo Labruna se tapó (por primera vez) la nariz en la Bombonera. Y desde ese instante hasta la actualidad, dirigentes, futbolistas y fundamentalmente los hinchas de La Banda Roja, apodamos y ridiculizamos a Boca Juniors como el club de los bosteros. Obviamente en cada oportunidad que concurrimos a la Bombonera para presenciar el Superclásico Mundial, nosotros los hinchas del Más Grande llevamos todo tipo de cotillón para revivir el sentimiento único y la picardía que caracterizaron al eterno Angelito de River Plate. De esta manera, accionando, pensando y principalmente sintiendo el fútbol como lo haría él, Labruna seguirá vivo en nuestros corazones y en los pasillos del Monumental. Su único lugar en el mundo.
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